Técnica: Oleo/ papel 100% algodón de 400 grs. Medidas: 58 cm x 79 cm. $16,000
Título: Dia de plaza
Técnica: Oleo/ papel 100% algodón de 400 grs. Medidas: 60 cm x 80 cm. $16,000
Título: La Fiesta
Técnica: Litografía Medidas: 37 cm x 47 cm. Precio $6,500 MXN
Título: “La mujer de los 4 gatos”
Técnica: Aguafuerte y aguatinta Medidas: 28 cm x 38 cm. Precio $5,500 MXN
Título: “La búsqueda”
Técnica: Oleo sobre lienzo Medidas: 70 cm x 100 cm.
FOTOMONTAJE
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Ensayo
En el discurso visual de Ros Santos, los personajes constantemente evocados son payasos, vendedores de boletos, magos, luchadores, danzantes, lo mismo que monos, perros entrenados, músicos:
quizá seres marginales,seres que están compuestos de una dualidad hecha de soledad y regocijo.
La mayoría de ellos pertenece a ese otro mundo que se abre de vez en cuando antes los ojos infantiles (es decir, para aquellos ojos que aún tienen capacidad de asombrarse).
Todas estas personas actúan en una vida distinta: aquella que llega y se va con las ferias.
Mientras existe el carnaval el tiempo cotidiano se supende: el negocio se acaba y comienza el ocio creativo, el descanso y la alegría contemplativa. Ahí es natural el artificio: la cuerda, pero también el juego de las manos,
los espejos, la ilusión de que otra cosa existe y que esa otra cosa somos nosotros mismos, que descubrimos en nosotros la sonrisa del payaso o la felicidad de la magia.
Y no es raro que la fiesta del santo patrón, esto es, una celebración religiosa, vaya aparejada a los actos circenses. La conciencia mexicana es así.
Ese es justamente la percepción que la artista quiere retratar. No sólo evoca la infancia de todos, sino la suya propia. En Etla, uno de los valles del centro de Oaxaca, y como suele ocurrir en muchos pueblos,
la llegada de las ferias era por todos esperada y se creaba inmediatamente un ambiente en el que se podía entrar y salir a gusto.
La felicidad, como el sol, existe para todos: sólo hay que realizar la maroma adecuada, parece decirnos la pintora.
Claro que una maroma mal realizada puede quebrarte la cabeza, como, me imagino, le sucede a todo aquel que quiere alcanzar la felicidad.
Por supuesto, también podríamos pensar en la palabra “gracia” al plantarnos frente a la obra de Ros Santos. Quiero decir, entre las definiciones posibles, están no sólo la de alegría y la jovialidad propia de un niño
o la capacidad de tener cierta armonía y encanto al caminar o al hacer cualquier cosa; hay quien ha escrito que se trata de “un estado de elevación sobrenatural producido por la gracia santificante”,
es decir, que se trata de una cuestión espiritual… volvemos, de nuevo, a ese talento de los cuerpos y los actos que nos hacen volar y sobrevolar las cosas.
Los perritos, los monos y los osos viajeros, que hacen toda clase de trucos, se vuelven demasiado humanos, propios de un fábula, pero de una hecha a la medida de nuestro tiempo; están, también, “encantados”,
imantados con algún sortilegio. En la pintura y gráfica, la artista puede permancer y crear sin fin estas imágenes que rompen lo cotidiano y se instalan en una celebración permante.
Interesa que la pintora evoca ese estado de gracia al que hacemos alusión: sus personajes parecen estar siempre lejos de la tierra, con la cabeza en otra parte y la mirada maravillada ante las cosas.
Es ahí donde entendemos ese gusto por las escaleras, o las cuerdas, o las volteretas y los saltos de los luchadores.
Todos tenemos que hacer ese salto hacia el vacío, a lo incierto. Entre una cosa y otra podemos sonreír.